- Disminuyen los niveles de estrés y se refuerza el sistema inmunológico.
Sentirnos en conexión con la naturaleza, durante un paseo, en una tarde de juegos, en la contemplación de un paisaje… reduce nuestro nivel de estrés y refuerza nuestras defensas naturales. Se ha comprobado que los alumnos de escuelas insertas en entornos arbolados, que juegan y pasean por sus alrededores, muestran un menor nivel de cortisol, la hormona del estrés.
- Motivación hacia el aprendizaje.
Disfrutar de un entorno natural, en contacto directo con él, incide de forma positiva en el estado de ánimo y a su vez mejora la motivación y la curiosidad del niño, motores de su aprendizaje. Son innumerables los intereses que se despiertan en este entorno: desde descubrir y hacerse preguntas acerca de la fauna y flora, el cuidado del medio ambiente, el respeto por otros seres vivos, sus cuidados…
- Facilita la actividad física
Salir al parque, al campo o pasear por la playa nos invita a movernos de forma activa, con beneficios directos para la salud como el correcto desarrollo físico, la mejora de las habilidades motoras , así como recuperar la serenidad que la vida diaria a veces nos impide.
Salir a pasear al parque, al campo o jugar entre árboles son magníficos planes de tarde y fin de semana para disfrutar en familia. ¿Y si además esa oportunidad la tienen nuestros hijos a diario en el colegio?, pues sería un regalo para toda la vida.